Como si se tratara de Dios en persona, sólo con una palabra de la ministra de Salud de la ciudad-estado de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storcks, bastó para arruinar la campaña hortofrutícola española, afectando gravemente a exportadores, transportistas, trabajadores de estas empresas y miles de agricultores y sus familias, arrastrándolas hacia el borde del precipicio.
En torno a 300.000 puestos de trabajo se han puesto en riesgo por la alarma generada. Los agricultores de este sector ya arrastran una continua situación de crisis que en muchos casos les obliga a endeudarse más y solicitar préstamos de campaña para poder seguir adelante. Esta situación es posible que signifique la puntilla para muchos de estos agricultores abocándolos a la ruina por no poder hacer frente al pago de sus préstamos.
Alemania, Dinamarca, Austria, República Checa, Luxemburgo, Hungría, Suiza, Bélgica y Rusia han echado el cierre a la entrada de pepinos a sus países y esto supone que la factura ascienda semanalmente -sólo en costes directos- a unos 200 millones de euros de pérdidas, un coste inasumible para el sector. Además de la cola que traerá esta situación, como la cuota de mercado que ha perdido España a favor de países terceros amén de la mala fama y desconfianza en nuestros productos por parte de los consumidores europeos. Productos que, por otra parte, son de la máxima calidad, acorde con los protocolos de la Unión Europea. Protocolos que a los agricultores nos cuesta mucho dinero aplicar para producir alimentos con total garantía alimentaria mientras que las fronteras europeas son coladeros de productos alimentarios sin inspeccionar y que acaban en las despensas de los ciudadanos.
¿Cómo una señora que ostenta un cargo político de alto nivel puede haber cometido un error tan grave? Ahora debe atenerse a las consecuencias. Por su irresponsabilidad en grado supino, por su negligencia, por acusar injustamente sin ni siquiera una sola prueba, por generar una alarma internacionada y por llevar a la ruina a miles de explotaciones familiares esta señora debería dimitir de su cargo inmediatamente.
Pero esto no puede ni debe quedar así, el daño debe ser reparado, nuestro Gobierno ha de pedir responsabilidades al Gobierno alemán y a la Unión Europea. Además se deben tomar medidas urgentes para tratar de reflotar la campaña hortofrutícola tratando de minimizar los daños y generar confianza entre los consumidores europeos hacia nuestros productos.
Por último, considero que es necesario que se haga una reflexión profunda sobre el funcionamiento de la cadena alimentaria para optimizar su funcionamiento y que garantice la calidad y seguridad desde el origen hasta el consumidor y también de la red de alarma alimentaria de la Unión Europea para evitar casos similares, ya que una falsa alarma produce millones de perdidas en el sector.
Es necesario aislar la procedencia del problema y ser capaces a su vez de aislarlo de otros productos similares procedentes del mismo país para minimizar los daños a la economía de los países de origen. No podemos olvidar que quienes sufren la crisis son personas, personas que normalmente son las que menos culpa tienen.
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